abril 19, 2024
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08

Nov

Ciberbullying: el matonaje a través de las redes sociales

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl

Académico, Escritor e Investigador (PUC-UACh)

No me asusta la maldad de las personas malas, me aterroriza la indiferencia de las personas buenas” (Mahatma Gandhi, pacifista, abogado, político y pensador hinduista de India).

Hay demasiadas personas en el mundo que están siendo objeto de acoso a través de Internet y de las diferentes redes sociales que existen, sea que se trate de niños, de adolescentes o de adultos. Todas estas personas sufren por igual, cuando –por distintas razones– son objeto de burlas crueles y de mal gusto, cuando son excluidas y rechazadas por sus pares, cuando son insultadas, amenazadas de muerte y “troleadas” vía las redes sociales –sin ningún tipo de respeto por su dignidad como ser humano–, a través de lo que se ha dado en denominar como ciberbullying (o ciberacoso).

Es por ello, que tanto los padres de aquellos niños y jóvenes que son objeto de este tipo de actos, como así también los padres de aquellos otros chicos que practican este tipo de “inconductas” y actos infames, deben estar muy atentos, con el fin de detener y poner un PARELÉ a tiempo a tales actividades, las que, de alguna manera, reflejan una mezcla explosiva de discriminación, racismo, clasismo e intolerancia ante la diversidad.

La razón de destacar lo anterior, es muy simple: porque esta “mezcla explosiva” puede causar mucho daño y grandes sufrimientos a las personas afectadas, al mismo tiempo que tener consecuencias muy negativas para el bienestar y la salud –tanto física como mental– de aquellos niños que sufren estos ataques. Este tipo de vivencias representa un ataque artero y cobarde a la imagen y a la autoestima del sujeto afectado, con efectos que son claramente devastadores, por cuanto, muchas de estas personas corren el serio riesgo de caer en peligrosas depresiones, cambios de ánimo muy severos, ideaciones suicidas, etc., en tanto que otras personas más sensibles intentan suicidarse, porque son incapaces de soportar la maldad y virulencia con que actúan los acosadores virtuales.

A menudo, la víctima es una persona inocente que no ha hecho nada para merecer el ataque del que está siendo objeto, salvo, tener un rasgo personal distintivo del cual no se puede liberar, porque el sujeto nació con ese “rasgo”. Es un rasgo, que ahora se ha convertido en centro de burlas: tener autismo, síndrome de Asperger o síndrome de Down, tener la piel muy oscura, sufrir algún tipo de discapacidad (cognitiva o física), por ser muy gordo o muy flaco, porque usa lentes con aspecto de botella, porque la persona es poco agraciada físicamente, por ser más inteligente y “mateo” que el resto (los llamados “nerd”). Incluso más: algunas niñas de ojos azules, rubias y de piel clara son, asimismo, objeto de crueles burlas por sus pares –en una suerte de discriminación al revés–, conducta que podría explicarse por la envidia que siente el –o la acosadora– por carecer de los atributos de los cuales se está burlando de manera tan cruel.

Este tipo de acoso por las redes sociales termina por generar una serie de emociones muy negativas y altamente destructivas: rabia, dolor, frustración, impotencia, distimias, estrés, tristeza, depresión, baja autoestima, intentos de suicidios. Incluso más: en algunos casos, puede que se produzcan reacciones muy violentas en contra de los causantes de la ofensa, como retaliación por el acoso y rechazo del que se ha sido objeto, con consecuencias difíciles de dimensionar, y que puede significar la muerte del acosador (o acosadores) como ya ha sucedido en varias oportunidades.

La fórmula del ciberbullying tiene su contrapartida en el bullying a secas, por cuanto, también tenemos el caso de aquellos niños poco “populares” de los que todos se burlan y que nadie elige para la práctica de un juego o deporte colectivo, a pesar del gran deseo que tienen estos chicos de participar e integrarse a un grupo. También están esos niños y niñas a quienes –por razones de escasa presencia de empatía, generosidad y de verdadera amistad– nadie invita a un baile o a una fiesta de Cumpleaños. Asimismo, hay niños que dan la impresión de que son “invisibles” ante los ojos de los demás: nadie del grupo de pares se digna dirigirles la palabra. Para muchos de estos niños y jóvenes (y también adultos) esta experiencia puede ser emocionalmente devastadora y traumática, haciéndoles sentir que no valen nada.

¿Qué enseñanzas debemos sacar? Para el caso de aquellos chicos que, por diversas razones, practican la discriminación y el rechazo social respecto de otros niños y niñas que se transforman en víctimas propicias de todo tipo de atropellos, tanto los padres de estos jóvenes acosadores, así como las instituciones educacionales responsables deberán preocuparse de formarlos con otros valores y principios. Uno de estos principios dice relación con el respeto a los derechos del otro, la no discriminación y el trato digno que hay que dar a los demás.

La razón para afirmar lo anterior, es muy sencilla: lo único que buscan los niños y niñas socialmente rechazados y objeto de burlas, es lo que desean todos los niños por igual, a saber, ser aceptados como uno más en el grupo.

Hay estudios que señalan, que muy a menudo, el acosador puede ser un sujeto que él mismo, en su hogar, es una víctima de su familia y se ha convertido en objeto de maltrato infantil, razón por la cual, la forma que tiene de “emparejar las cosas” con la sociedad, es la de transformarse en un acosador de aquellos niños que, en el colegio, son más débiles que él.

En estas historias de bullying y ciberbulling no existe una sola víctima o un solo responsable. Las víctimas pueden ser varias y sufrir distinto grado de daño a su dignidad personal y a su salud física y mental. Nuestra responsabilidad colectiva es la de poner fin a este tipo de actos que tanto mal causan a las personas y, en consecuencia, no permanecer indiferentes ante estas conductas cobardes y malintencionadas, ya que la próxima víctima de discriminación, mal trato o rechazo, podría ser nuestro propio hijo o hija, y entonces ya será muy tarde. En este sentido, ya lo dijo Mahatma Gandhi: “No me asusta la maldad de las personas malas, me aterroriza la indiferencia de las personas buenas”.

Una última sugerencia a los padres y apoderados: MUNCA PIENSE QUE ESTO SÓLO LE PASA A LOS HIJOS DE LOS DEMÁS, ya sea que se trate de las víctimas de estos actos infames, o de los victimarios que las llevan a cabo.

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